- Bienvenido. - Me dijo un elegante servidor mientras me tachaba de su lista y me abría una gran verja de metal.- Eres el último de hoy, venga, te acompaño al otro lado. Me alegra verte de nuevo por aquí.
- Siento no poder decir lo mismo... No tengo buenos recuerdos de este lugar... en fin...- Contesté yo.
- ¿Se hospedará donde siempre?
- Supongo. Si no hay habitación iré al hotel de la esquina.
- ¿No lo sabe? Un incendio acabó el año pasado con él. ¿Pero desde cuando no vienes tú por aquí?
- Mi última entrada fue hace tres años, un mes y quince días exactamente, en realidad no recuerdo cuando salí, supongo que un par de meses más tarde. ¿La parrilla del Leviatán no ha ardido no?
- No claro que no... Nos podemos ver allí esta noche después de tu primera tortura y nos echamos unas cervezas calientes.
-Se me había olvidado... cerveza caliente madre mía... Eso debería de contar como una tortura más ¿no? jejeje, así me iría antes.
-Venga ya... si esta casi es ya tu segunda casa... ¿Como te encuentras? ¿Te quedarás mucho?
-Bueno... la verdad es que estoy jodido... Espero salir de aquí en el tiempo estándar... Espero...
- A veces tengo la sensación de que nunca te has ido...
- No me jodas...
- Jajaja supongo que tú parte bohemia y canalla nunca ha salido de aquí.
- Y la parte artística, no la olvides... Entre tortura y tortura surgen los mejores cuadros, los mejores relatos...
- Y tanto, por eso esto está lleno de Artistas. Muchos, aunque ya han pagado su penitencia se resisten a abandonar este lugar.
- Jejeje bueno, ya hemos llegado, gracias por la compañía, voy a dejar mis cosas y salir pitando para la sesión, que no es bueno llegar tarde el primer día. Si no acabo demasiado mal te llamo y nos echamos esas... buff... cervezas calientes.
- Perfecto, espero tu llamada. ¡No te quemes mucho!
Y así fueron mis primeros 10 minutos en el Infierno.