lunes, 28 de septiembre de 2009

Grises Cancerígenos


Antes de entrar en mi cueva vivía en un bonito y soleado barrio gris. En este barrio gris tenia un empleo que me daba dinero gris, trabajaba para un gordo gris con sonrisa blanca, dientes perfectos y ojos pequeños para no ver la humanidad de sus empleados. Los fines de semana paseaba por parques grises, donde la gente se sentaba en bancos, donde en vez de educar a sus hijos que allanaban propiedades, leían best sellers grises (como todos los best sellers). También me relacionaba con grises. Con algunos, en mi ímpetu por encontrar gente especial, a veces me negaba a ver su escaso color y durante un tiempo me engañaba a mi mismo. Entonces les abría de par en par las puertas de mi arco iris. Les ensañaba mis rincones mágicos, donde la cerveza no sabe a reggaeton, los sentaba bajo los mejores árboles a respirar y los llevaba a calas sin urbanizar.

Pero ya se sabe... si al gris le mezclas color rojo... este sigue siendo gris, quizás sonrosado, pero gris... y no tardaba en quedarme solo otra vez. Entonces estos grises sonrosados desteñidos jugaban a ser especiales en su mediocridad frente a sus nuevos amigos grises puros y así se sentían reconocidos. Como si ellos fuesen merecedores de la sombra maravillosa que, hasta hace unos días, en secreto arrojaba el mejor de los árboles.

Fue mi error y lo reconozco.

Ahora en mi cueva rezo al dios en el que no creo para que con el tiempo olviden los senderos que les abrí. Temo que algún gris listillo abra un parque temático en la entrada de mi arco iris.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios antes de ser publicados serán moderados. No tardarán mas de 24 horas en publicarse, os lo juro XD :)